lunes, 19 de octubre de 2015

Leer la propia vida

Luis Chaves, Salvapantallas (Seix Barral): quedó al lado de Cucurto.

Leí por primera vez a Luis Chaves en el taller literario de Santi Llach y me encantó. Lo que leí era el capítulo IV "ITALIA 90 (o starfield)" de la edición costarricense de Salvapantallas. Cuando salió la edición argentina (Seix Barral) la compré y el libro le ganó a unos cuantos en la pila de la mesa de luz. Pero cuando empecé a leerlo sentí que la lectura no cumplía con las (admito que altas) expectativas. Siempre un problema lo de las expectativas altas: en la literatura, en la política, en el amor. El libro es una colección de textos distintos: sobre todo son escenas en la vida del narrador, escenas que descubren momentos vitales clave, vínculos fundamentales, etc., pero a veces también apuntes pequeños (un sueño, un barco bajando por el Paraná).
A pesar de que no me convencía lo que leía, yo seguía. Y seguía porque el libro es divertido, es gracioso, es rápido y está muy bien escrito. Fluye como el Paraná. Pero también porque hay una mirada especial sobre la propia vida del narrador: una mirada que parece honesta (y lo importante para nosotros los lectores es eso, que parezca), mesurada, crítica pero al mismo tiempo con algo de compasión sobre la propia vida. Cuando describe a un objeto de deseo como "estudiante de ingeniería equis que está social, económica y físicamente fuera de todas mis posibilidades." (p. 20), por ejemplo, muestra al mismo tiempo ese humor y esa percepción clara sobre el lugar ocupado.
Así seguía, y cuando estaba empezando a sentir alguna molestia con el libro (más allá de todas esas partes sobre la cocaína, que no me divierten, porque no tomo, porque soy conservador, qué se yo) todo cierra hacia el final. En uno de los últimos capítulos, "Diario doméstico", empieza a cerrar todo lo que leímos antes como una suerte de biografía caleidoscópica; es el presente lo que da la clave de interpretación del pasado. Y en forma de diario, Chaves cita al maestro de la novela en formato diario, Mario Levrero (lo amamos acá): "Me hice un bookmark mental para buscar el libro donde Levrero expone con maestría algo que compré en la primera lectura: cuando se llega a cierta edad, uno deja de ser el protagonista de sus acciones: todo se ha transformado en puras consecuencias de acciones anteriores." (p. 126)
Después de eso, es limpieza: sobre todo, entender (o más bien tener una explicación de) el origen de este libro a través de una experiencia musical; en un recital de Dylan "La música había cumplido con su poder, detonar experiencias personales, intransferibles" (p. 137). Mucho antes en el libro y en la vida Chaves "abandonaba mi trabajo y mi profesión (...) para dedicarme a-la-literatura. Cada vez que recuerdo ese momento, mi yo del presente quiere viajar en el túnel del tiempo al año infausto de 1995 para cachetear, patear y trapear el piso con aquel impedido mental." (p. 42) El lector, en cambio, agradece, porque en esta versión de la literatura Chaves usa aquel estallido de las experiencias personales intransferibles para contar una vida, acompañarnos en esto de vivir, y no podemos pedir mucho más.

Otras citas que me gustaron
"Hoy me levanté a las 6 a.m. y salí a pasear a Nina, la perra. Mi vida está acabada." (p. 113)
"O sufría de Parkinson o estaba pasado de piedra, más que pulso tenía una electrocución, los documentos vibraban en sus manos, los ojos inyectados en sangre." (p. 71)
"Al fútbol no se le da la espalda". (p. 90)
"Un país son muchas cosas casi siempre desconectadas de los clichés que alimentan y sostienen la entelequia de la patria." (p. 91)
"Los talleres literarios son semejantes a los grupos de fútbol cinco o los cines foros, cosas que hace la gente después de su día de trabajo si le queda energía. Es una actividad inútil en la que unos pretenden aprender algo que nadie les puede enseñar." (p. 100)

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